Lo que más llama la atención del Scottish terrier es, sin lugar a dudas, su gran fuerza unida a una notable agilidad y a un andar desenvuelto y fluido. Particularmente bella es la cabeza, bien larga y estrecha, con una expresión franca y decidida en los ojos de color marrón oscuro, encajados profundamente bajo los arcos superciliares. Las orejas, no demasiado grandes y de textura fina, deben ser llevadas siempre erguidas.